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zado lo continúen, y alegre y varonilmente insistan hasta ver raída de la sociedad humana esta contagiosa enfermedad. Más tarde, el 15 de agosto del afio 1954, la misma Sgda. Congregación publicó otro documento fuerte y aleccionador que la mujer cristiana debe leer y poner en práctica, si no ha de incurrir en gravísimas responsabiliddes ante Dios. Dice esta Carta: «... A nadie se ocultan los espectáculos que sobre todo en el período de verano, se producen y que no pueden menos de ofender a cuantos todavía no han olvi– dado y no del todo desprecian la virtud cristiana y el huma– no pudor». «No sólo en las playas, no sólo en los pueblos de vera– neo, sino en todas parte, aún en las calles de ciudach~s y aldeas, en sitios públicos y privados y no pocas veces en los templos sagrados del Sef10r, prevalecen los vestidos indignos y desvergonzados». «Esto, de modo especial al espíritu de los jóvenes, tan fú– cilmente inclinados al mal, pone en peligro gravísimo sn amenazada inocencia, que es el mayor y Pl más hermoso te– soro del alma y del cuerpo». «El ornato femenino, si ornato puede llamar~e, los ves– tidos femeninos, si como vestidos han de tenerse, como decfa Séneca, aquellos en los que no hay nada que pueda defen– der el cuerpo y ni siquiera el pudor, son frecueritemente ta– les que parecen sirven mejor para fomentar la impudicia que para defenderla... » «No hay quien no vea cuántos males, cuántos peligros para las costumbres ciudadanes se siguen de aquí. Es maní- 148
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