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concupiscencia es una tendencia radicada en la naturaleza humana efecto del pecado original, que inclina fuertemente hacia el mal. La concupiscencia no es pecado, pero es raíz y fuente de muchos pecados. Avivarla es exponerse a iacer imposible la virtud. Con el pecado original el hombre ner– dió el dominio despótico sobre sus pasiones y sentidos, dü\' éstos se revelan contra la voluntad y quieren y buscan lo que a veces la voluntad repugna. Así nace la exigencia in– terior de lucha para mantenerse en el bien. La concupiscencia que inclina al pecado deshonesto no está radicada en el mismo grado en el hombre que en la mu– jer. La mujer tiene menor concupiscencia hacia el pecado deshonesto que el hombre. Y la que tiene se manifiesta me– nos directamente impura. Esto por motivos altísimos de de– fensa de los supremos valores de la Humanidad. Si la mujer padeciese la misma concupiscencia y violencia lasciva que el hombre, se incapacitaría para su función sagrada de ma ternidad, y el mundo sería una cloaca. Porque el hombre tiene una naturaleza más concupiscen– te, muchas cosas que a la mujer le serían lícitas no las pue– de hacer porque ocasionarían ruina para el hombre. Es la ley cristiana de la caridad. La candidez e inocencia naturales de la mujer muchas veces ocasiona peligros y males gra– vísimos en el mundo, peligro,; y males de los que ella suele resultar la primera víctima. El idealismo en muchas ocasio– nes resulta perjudicial. Tenemos que vivir con los pies pues– tos sobre la tierra fea y sucia; vivir como exige nuestra con– dición y no como si fuéramos {rngeles. El Paraí,o desapare– ció de la tierra. Que todas mis lectoras sean tan modestas y candorosas
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