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inferior o anticuado, manifiesta perversidad mental, aberra– ción de su sexo. El pudor se pierde contrariándolo, oponiénclose a sus avi– sos. La insistencia de la Iglesia para que la mujer evite cier tas formas frívolas y modos hombrunos, se funda en el co– nocimiento que posee del valor del pudor y de la facilidad con que se pierde. Hay muchas cosas que no son pecado y que prácticamen– te son imprescindibles para su defrnsa. Una joven libre en sus ademanes y posturas, que alterna con los hombres en una misma forma de vida, que juega y bebe y se divierte como el hombre, aunque estas rosas no parezcan. ni sean en sí mismas graves, tienen prúcticarnnlte una trascendencia incalculable y están prohibidas a la mujer por destructoras de su naturaleza y tentación de los hombres. Una mujer con ese comportamiento nunca es modesta ni pudorosa, ni se librará de graves peligros. La manifestación externa del pudor se llama verccm'n– dia. Modestia es virtud moral que inclina a guardar en las cosas de la castidad el modo debido. La modestia se llama también decencia. El pudor, la verecuencia y 1 modestia tien– den a la defensa de la castidad, que es virtud trascendente y difícil. La castidad es la virtud del cuerpo, corno la desho– nestidad es su pecado. El pudor y la modestia se Pxigen más a la mujer que al hombre y no sin motivos. El cuerpo de la mujer es ideal pa– sional de los hombres; fuertemente pasional. Si la mujer 110 lo oculta, no lo sombrea, el hombre y con él la mujer pere– cerá víctima de la tentación. H1
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