BCCCAP00000000000000000000528

la mujer no fuese para él ruina, puso Dios en ella el instin– to del pudor que la obligase a ser modesta y con ello defen– diese al hombre de su propia debilidad. La clave, pues, de la castidad en el hombre está en la modestia de la mujer. El control de la conducta pública femenina se reclama en bien de la Humanidad, porque la inmodestia es mal social, es pe– cado entra la Humanidad. El pudor 110 es virtud, es su defensa natural. Es grito de llamada al espíritu ante el ataque a su dignidad. Una mujer sin pudor es siempre escandalosa y sin defensa. Su mayor inocencia y su menor concupiscencia la impiden muchas veces comprender la gravedad de sus inmodestias; para defenderla del peligro de esa ignorancia le dió Dios el instinto del pudor. Ahogar su grito, es, además de pervertir la naturaleza, abo– carse a la pérdida dP la conciencia del pecado. Una mujer sin pudor tiene abiertas todas las puertas del pecado. Yo tengo obsPrvado que la mujer sin fuerte instinto de pudor no se defiende en la vida y es imprudente y atre– vida en su trato con los hombres. La prudencia en el trato con los hombres a la mujer se la da el pudor, casi exclusiva– mente el pudor. La mayoría de las graves complicaciones que encuentran las jóvenes en su edad les vienen de sus in– delicadezas. La reacción de los ojos ante una nube de polvo, es la misma que la del instinto del pudor ante un peligro que amenaza a la castidad. Por eso en cierto sentido la mujer nunca peca por ignorancia; lo podrán ignorar su inteligen– cia, pero lo intuye su instinto clP pudor. La mujer que se siente humillada o contrariada por los brotes de su pudor y su manifestación externa, como de algo 140

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz