BCCCAP00000000000000000000528

La ausencia de esta responsabilidad moral en sociedad ele la mujer es posiblemente la causa más influyente ele inmo– ralidad en los hombres. l\Iujeres, incluso de cierta piedad, son en el mundo más peligrosas que el mismo demonio. El mal que no puede conseguir él con su astucia, lo ocasionan ellas con sus inmodestias e impudor. Sagazmente el diablo, que sabe esto, emplea a la mujer como su más seguro y efi– caz instrumento de perdición del hombre; ya la empleó en el Paraíso. Hay jóvenes a las que no pueden mirar los hombres srn grave tentación de pecado. Se ha dicho que para andar por las calles de las grandes ciudades modernas sin peligro de la integridad de la fe y sin oscurecer la pureza, hace falta el mismo heroísmo que para dar el testimonio de la sangre. Cierto, y cierto igualmente que esta situación de heroicidud la crea la conducta pública desvergonzada de la mujer. Sin embargo de esto, la inmodestia y hasta la desver– güenza está considerada hoy como elemento base de la sim– patía y del encanto de la mujer. ¿Qué extraño que la mujer resista a las voces que claman urgiendo su enmienda y que el escándalo crezca? La naturaleza del varón por ley biológica y de perver– sión original, se siente arrastrada hacia los procesos sexua– les, que tienen en el cuerpo de la mujer su objetivo natural. En esta tendencia ~on distintos el hombre y la mujer. La atracción que la mujer sana siente hacia el hombre no es directamente sexual; la mujer busca en el hombre admira– ción. carif10 y protección. Para que al hombre no resultase imposible la castidad y 139

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz