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ha dado diversos campos y oficios de actividad. No se trata ele la capacidad o de las disposiciones naturales secundarias, como serían la propensión o actitud para las letras, las artes o las ciencias, sino ele las dotes de eficacia esencial en la vida de la familia y del pueblo. ¿ Y qui{,n no sabe que la mujer aunque sea violentamente rechazada siempre volverá, sin embargo, a sus propios cauces? Queda, pues, por ver y es– perar si ella misma no llegará a imponer, sea como fuere. una corrección a la actual estructura social». Seguidamente el Papa señala tres graves peligros de esta situación moderna que ha sacado a la mujer del hogar para meterla en los afanes y actividades de la vida pública. Peli– gros para la mujer misma, para el matrimonio y para los pueblos. «Conocéis la suerte de las jóvenes, que especialmente en las grandes ciudades, apenas han llegado a la edad de la adolescencia. dejan la familia para buscar una colocación. El espejismo es alucinador: independencia de toda sujeción, po– sibilidad ele satisfacer el afán de lujo, libertad sin freno, fa– cilidad para tratar amistades, para frecuentar cines, para dedicarse a los deportes, para marchar el sábado en grupos alegres... La alta retribución, de que gozan con frecuencia. es a veces el precio de la pérdida de la inocencia y de su pureza. ¿Dónde van a parar las fuerzas naturales, que en ella había depositado la naturaleza para fundar más tarde un hogar? Todas se malbaratan en culpables placeres. »Nace de aquí otro peligro para el matrimonio. Jóvenes como las descritas no son escogidas ordinariamente para p] matrimonio y aún menos para el matrimonio según la ley 125
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