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triunfo es abisal, monstruoso; su atracción es la que ejerce lo perverso, que en el hombre es posible, pero sobre ese pe– destal ni la vida ni la felicidad humana podrán asentarse. La sociedad es a las veces injusta exaltando a la mujer me– diocre, incluso a la perversa, pero sobre la injusticia no pue– de forjarse un ideal sano para la mujer. La mujer que quiere e intenta equipararse al hombre pierde su derecho a lo que toda mujer estima como su glo– ria: la galantería, porque no es posible reclamar al mismo tiempo igualdad y protección. brillar en las profesiones, mandar un grupo de hombres y pedir un brazo en que apo– yarse. No lo duden las Jovenes, cuando la mujer quiere hacerse hombre, lo único que consigue es dejar de ser mujer. El feminismo para las mujeres españolas ha sido siem– pre cosa de risa, solamente hoy en que va perdiendo sus vir– tudes tradicionales lo está tomando en serio, tal vez porque ya no cree lo que afirmó Rouseau, que aunque dijo muchas mentiras dijo esta verdad: Toda mujer literata se quedará soltPra mientras haya hombres sensatos. La Humanidad quiere y busca en la mujer que sea ho– nesta y hermosa. La mujer buena hija, buena esposa y bue– na madre, esa es la mujer grande y honrada. Capacitarse para la perfección de estas funciones fundamentales debe constituir la aspiración primaria de la juventud sanamente moderna. Teniendo bien presente que esta capacitación no le vendrá a la mujer fundamentalmente ni por la ciencia ni por la adopción de formas exóticas y nuevas de convivencia 117
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