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Una juventud femenina acérrima enemiga de fórmula, hechas, de coacción a su juicio y a sus gustos, terminará por hacer única ley de sus existencia sus propios caprichos; de aquí al libertinaje moral no hay más que un paso y resba– ladizo. Su símbolo es aquel antiguo de la cuba repleta de mosto que presionando rompe sus duelas y libertate periit. pereció en ansias de libertad. Con esa juventud la Iglesia tendría muy poco que hacer y que esperar. Eso r vivir a lo loco, es casi lo mismo; vivir a lo loco, es vivir sin cabeza. a lo no hombre. Esta mentalidad y vida se extiende y cada día tiene más adeptos. La ley de penitencia, de expiac10n de pecados, ley uni– versal y constante de vida humana, el dominio de las pa– siones y su recta orientación, las exigencias del hogar y d0 la maternidad, la decencia y el pudor, nunca puede la juven– tud femenina menospreciarlas si quiere merecer el nomhrP de buena. Hoy hay una juventud femenina que se precia de mo– derna y que piensa que se personaliza, que gana en no asus– tarse ante las mayores barrabasadas de los chicos y ríen abiertamente los chistes más groseros y las payasadas repug– nantes de los amigos «alegres» en las fiestas y «guateques», seguras de que con su conducta se hacen interesantes y atrac– tivas. Y sin duda que lo consiguen, pero sin pensar ante quienes: todo lo bajo y degradante que hay en los bajos fon– dos de la Humanidad busca y encuentra su cielo en esas mu– jeres. Hoy está de moda entre la juventud alegre y amiga de fiestas el chiste verde. Para no pocas jóvenes saberlos cons– tituye ciencia de vida que hay que aprender. Para muchas 1 J \
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