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Un sector cada día más amplio de la juventud femenin,1 estima hoy como condición de su perfección el ser rnodernr1. En su mente el ser moderna es ser progresista, tener perso– nalidad, estar en su punto. No es moderna, piensa esta ju– ventud, si no está con la última novedad social en el pensar y en el vivir. Nada mús antipútico y repulsivo para esta ju– ventud que lo antiguo: vivir a lo antiguo significa para ella ser üoña, «beata», gastada, imperfecta. Siendo moderna se libera de las cadenas con que se ha tenido hasta hoy escla– vizada la vitalidad exuberante y la potencialidad inmensa de la mujer. Esta juventud no tolera que nadie la considere in– ferior en algo al hombre y convencida de su valer univer– sal quiere estar presente en todos los campos de actividad humana. No hay función de hombre ni profesión alguna en que la mujer no pueda o no deba competir en plena igual– dad con el hombre. ¿Qué pensar de Psta actitud mental y vital arrolladora con que se presenta hoy la juventud femenina? Sus defenso– ras estún tan fuertemente enamoradas de esta su mentalidad y vida que casi ni admiten ya que se ponga sobre el tapete la cuestión: es una conquista de los nuevos tiempos, dicn1. que no se puede en justicia intentar despojar a la mujer mo– derna; quitársela piensan que sería destruirla. Sin embargo, la juventud modernista sabe que tiene ene– migos de esta su posición Pn la vida y los tPme; por eso bus– ca afanosa adeptos, quiere que los hombres y de modo es– pecial los sacPrdotes reconozcan la legitimidad y derecho <l, 0 esta su nueva postura en sociedad. Cuúntas veces me han dicho a mí las jóvenes cuando pongo algún reparo a sus en– tusiasmos modernistas: «Padre, hay que modernizarse un 108
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