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en que la mujer no les enseno a amar, no les hizo sentir la belleza del amor, fué para ellos exclusivamente objeto de pasión. La joven que consiente a su novio una indelicadeza, una profanación de su cuerpo, se incapacita para hacer compren– der al novio la sublimidad del amor. La joven que no es to - talmente virginal ante el joven, no lo llevará a Dios. «No me quieres, porque no me das lo que te pido» -«Pre– cisamente porque te estimo mucho no te quiero hacer daño; te amo. porque te veo alto. Si cedo, caes y perderías ilusión ante mí». Si un joven que oye hablar así, no se avergüenza y es héroe por ganar a una mujer tal, ha perdido su valor de hombre. Es indigno de esa mujer. La fuerza de la belleza virginal, es la fuerza que no resiste ningún hombre. Es el poder regio de la mujer sobre el hombre; es su superioridad. Lástima que no lo sepan todas las mujeres. Con tu espontaneidad y sutileza para captar las situa– ciones, joven, avergüenza al mal, deja en ridículo al liber– tino; así serás fermento de bien en el mundo, sombra de Dios,que hace eso mismo en el fondo de las conciencias. El asco que produce a tu delicadeza la presencia de un sapo, el olor de una cloaca, manifiéstalo cuando ante ti se presen– ta un hombre podrido, cuyo espíritu huele mal. Para eso te ha dado Dios delicadeza y limpieza de alma. Cuanto más conozco al hombre, más estimo a la mujer. Aun más, para mí es indudable que la virtud de la mujer es actualmente una razón de la existencia de la Humanidad: el hombre ha perdido casi la razón de su vida. 104
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