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ritualista y religiosa. A la mujer la ha hecho Dios devota, que quiere decir espiritual y religiosa. La mujer no es sólo un atractivo para la vida del hom– bre en la tierra. La mujer no es bombón para que el hom– bre lo saboree en el destierro. La mujer es vida; la mujer existe no para hacer la historia, pero sí para dar curso a I a historia. El camino que la mujer está destinada a dar a la vida es el camino que lleva a Dios. Decir esto no es hacer literatura, no es sólo halagar a la mujer, es reconocer la obra de Dios y sus planes sobre la humanidad. El corazón puede más que la inteligencia en las metas del espíritu. Nada con mayor fuerza para llegar a una met'l prefijada como el corazón de la mujer. Esta fuerza arrolla– dora de su espíritu, quiere Dios y lo quiere la Iglesia, que esté al servicio de sus intereses en la tierra. La mujer es por creación apóstol. El Papa Pío XII pedía en célebre alocución a la juventud femenina de Italia que su actual fuerza social la centrase en la consecución de que las leyes, las institucio– nes y las costumbres se amoldasen a los postulados del Evan - gelio. La mujer quiere hoy tener pedestal, no sólo en el hogar, sino también en la calle; bien, pero que sobre ese pedestal pueda en todo momento subir Dios. El hombre está per– diendo el sentido espiritual y trascendente de la vida. Es la mujer, al entrar hoy en la vida social, la llarnda a hacfrselo sugestivo y meterlo de nuevo en él. Lo que no puede el sacerdote lo consigue fácilmente una joven responsable y apóstol. Sólo necesita una cosa. ofrecer- 102

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