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EL P. J. DE PEÑACERRA!J.'. Y I,A lN:.iACl'.i,f,!JA Dios, hubiera superado a las demás creaturas en lo relativo, pero no en lo absoluto. El valor absoluto de un ser en la teología del P. Peñacerrada con– siste en su pureza y santidad. De ahí que María, ónticamente ya superior a todas las creaturas por su dignidad de Madre de Dios, debió serlo también en el plano de la gracia y santidad, sin lo que la primera superioridad no tendría su necesario complemento. Es, por tanto, ia prueba de la Inmaculada por el principio de "siligularidad" o "transcendencia" una prueba de razón teológica concluyente. Viéndola, además, en sus conexiones dogmáticas nos hace penetrar en el hondo misterio de las relaciones de la pureza de María con todas sus singulares prerrogativas. No podemos, sin embargo, detener– nos ahora en estudiar estas relaciones, pues será éste el último punto de nuestro estudio. Pero ya con lo dicho se adivina el intimo nexo existente entre la pureza de María y su puesto en el cosmos o en la jerarquía de los seres. De 0 aquí surge el bello tema de la famaculada y el cosmos, nuevo filón para los estudios y arte marianos, que apenas parece descubierto. La tercera razón la toma el P. Pefüi.cerrada de la Sagrada Escritura y la basa en las enemistades formuladas en el Protoevangelio entre la serpien– te y la mujer. En tres libros sucesivos (21) de la que hemos considerado como su obra fundamental mariana: La Virgen María ... , desarrolla el tema del triunfo de María sobre Lucifer. Fluye en estos iibros, como era de esperar, su estilo con entusiasmo y amplificación, pero ajustado siempre a la más exigente teología. A través de ellos va exponiendo cómo el imperio del mal fundado por el diablo es derribado po:r la pureza de María y cómo esta pureza abre un cauce de elevación y santidad en este mundo de pecado. Se detiene con morosa delectación en mostrar que la soberbia, incredulidad, infidelidad y rebelión df, Lucifer fueron confundidos por María, quien en el momento de su exaltación no se engríe, sino que tan sólo abre sus labios para exclamar: He aquí la esclava... Cierra, íbalmente, este estudio acep– tando el pensamiento de San Jerónimo, que a su vez lo toma de Sm, Igna– cio de Antioquía, según el cual la Virgen triunfa del demonio en su matri– monio virginal, al celarle el gran misterio de la Encarnación, pues sólo en el momento de consumarse el sacrificio del Calvario comprendió Lucifer que en realidad Cristo era el Hijo de Dios que había venido a arrebatarle su imperio. Todas estas victorias de María son ponderadas por el P. Peñéieerrada; pero sobre todo la victoria de María en su Concepción Inmaculada. Con ella abre las consideraciones sobre los triunfos de María. Comentando fa gran (21) He aqui los títulos de estos tres libros: Libro trigésimo lJUÍnto: l,a Virgen J :su 1irimer triunfo sobre Lucifer. -Libro tri;;ésimo sexto: Se¡.;undo triunfo de la Virgen sol,re Lucifer.- --LilJro trigésimo s,'}71imo: Tercera victoria de la Virgen sobre Ludfer.
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