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238 tuit ordinem" de San Buenaventura. "La diferencia, escribe, de· ser Madre a ser sierva es infinita... y salta a la vista, cuando uno contempla con aten– ción aquellas dos genei:aciones, la eterna y la temporal del Hijo de Dioy;. El Padre lo engendra eternamente, y eternamente le está diciendo estas palabras: Tú eres mi Hijo amado, te engendré hoy... María es la única que puede decir al Hijo de Dios estas mismas palabras: Tú. eres mi Hijo y yo te engendré hoy. La diferencia por lo mismo entre la Virgen y los demás san– tos es i...11.finita, y no podemos explicarla de mejor modo que poniendo aquí literalmente el siguiente razonamiento que formó el gran Alberto: "Entre el Hijo de Dios y su Madre se da unión sustancial; mas entre el Padre Ete:r– no y los hijos acioptivos no hay sino una participación accidental. Entre Si'r Hijo de Dios por naturaleza y ser Dios, y ser hijo de Dios por adopción y no ser Dios, el medio es ser Madre de Dios por naturaleza y no ser Dios. Por consiguiente, lo primero que hay después de Dios es ser Madre de Dios" (19). Con estas profundas palabras declara el P. Peñacerrada cómo la Virgen constituye un orden por sí misma, siguiendo el pensamiento del Seráfico Doctor, si bien no cita a éste, sino a San Alberto Magno, quien, al igual que San Buenaventura, es considerado por los modernos mariólogos como uno de los que mejor han expuesto y defendido el principio de la "singILLaTidad" o "transcendencia" de María sobre toda creatura. Pero el P. Peñacerrada no se contenta con enunciar el conocido prin– cipio. De él parte para formular una argumentación a favor de la Inmacu– lada que juzgamos muy original y de incomparable valor. "Si la Virgen, es– cribe, es tan grande comparada con los hijos de Adán, necesariamente lo T-n sido desde el prime:r momento de su existencia: esto nos dice la razón, ar– monizando del todo en sus deducciones con lo que la religión nos enséi.a acerca de la creación del hombre y su caída. Y si no hubiese para ella una ley de inmunidad y exención, si viniese al mundo inficionada de fa savja corrompida del pecado, por más que después inese 1.-:,urificada... , por más que fuese elevada a dignidades las más culminantes.. ., nunca podría decirse que era más que los demás, sino en una cosa, en haber sido condecorada ciespués de haber sido purificada: y entonces sería más grande en fo wil«– tivo, pero no en lo absoluto. Así la razón persiste en decir que si fa Vir~',l'n es superior a todos los hombres, lo es desde el primer momento en ql~P- P:'– pezó a existir" (20). Nótese la fuerza de esta argumentación que descansa en ese :inciso a~ sublimidad teológica en el que se afirma que si la Virgen hubiera ~ido pu– rificada, aunque después elevada hasta la misma dignidad de l'\,fad~'"' dt> (19) o. c., p. 159. (20) O. c., p. 192.

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