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camino que hemos de seguir en el cumplimiento de este mandamiento de amor a Dios, ya que: -Al hacerse hombre, se humilló y se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz. (Fil 2, 8) . -Vino no para hacer su voluntad, sino la del Padre, como signo de amor a Este, que le había enviado (Jn 6, 38). -Al ofrecer su vida en la cruz, lo mismo que al ofrecernos su sacrificio incruento, pero no menos prueba real de su amor, en la Eucaristía, realiza la nueva Alianza de los hombres con Dios por el amor. (/ Cor 11, 25). 5.-EI nombre de Dios es santo. Merece el respeto debido (Segundo Mandamiento) Lee despacio la oración sacerdotal de Jesús, en la última cena y en la que pide la santidad y unidad de sus discípulos. (Jn 17, 6-26) . En ella dice que ha dado a los hombres a conocer el nombre de su Padre y que se le seguirá revelando, para que el amor con que le ha amado esté también en nosotros. El nombre, que significa y representa a la persona que pertene – ce -en este caso el nombre de Dios en todas sus acepciones- es para nosotros santo y le debemos respetar de las siguientes maneras: a) Positivamente: alabándole y usándole con la debida reveren– cia, con justa causa, necesidad y respeto; con mucho mayor motivo que respetamos y hacemos respetar el nombre de nuestros padres terrenos. b) Negativamente: no tomando el nombre de Dios en vano, al blasfemar o usarle sin el debido respeto. La blasfemia, además de inútil, es diabólica y elemental falta de educación. Nunca signo de hombría, como algunos parecen creer, sino de animalidad y carencia de sentido común y de dominio propio. La Ley humana prohibe la blasfemia, no solamente con multa pecuniaria, sino hasta con prisión, si hay motivo de escándalo. A nosotros, por amor a Dios, nos debe importar más la razón divina para respetar y honrar su nombre. 6.-Consecuencia Nuestra conducta cristiana debe ser tal que demos siempre un ejemplo bueno de respeto al nombre de Dios; que hagamos lo posi– ble para que los demás le respeten y que nuestra conducta no haga blasfemar a otros. 86