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LB concien~~é! cristiane Oímos muchas veces expresiones como éstas: «Es un joven de conciencia»; «esa muchacha no tiene conciencia ... » El ser humano, por su condición esencial de racional, ha de formar el juicio próximo práctico sobre la moralidad de las propias acciones. Este juicio es lo que llamamos con– ciencia. Aunque hablamos incidentalmente de ella en las lecciones 5.a y 6.ª, en la presente lo vamos a hacer más ampliamente y bajo un concepto peculiar: la conciencia según la vida y enseñanzas de Jesucristo, o lo que es igual: la conciencia cristiana. Una de las más duras polémicas que tuvo Jesús con los judíos incrédulos, según nos refiere San Juan (8, 39-47), fue aquélla en que les dijo que no podían presumir de hijos de Abrahán, si no hacían sus obras. Que ellos eran hijos del diablo, porque, según la conciencia y mentalidad del mismo, viviendo en la mentira y queriendo matarle, se identificaban con el que desde el principio es mentiroso y homicida. Para nuestro consuelo, termina Jesús con una afirmación lógica y elevadora : es hijo de Dios quien escucha y forma su conciencia según la palabra de Dios, según la verdad, que El -Hijo de Dios- predica. 1.-la conciencia moral Al hablar de la Ley, en la lección 6.ª, citábamos la Const. Iglesia y Mundo, n. 0 16, que nos decía que «en lo más profundo de su con– ciencia descubre el hombre la existencia de una ley ... cuya voz resuena en su corazón». Se trata de la conciencia moral, de la facultad concedida por Dios al ser racional para que conozca lo que puede y debe hacer y lo que le está prohibido; para que distinga lo que es justo y recto de lo que es malo e injusto; el bien, del mal. Esta conciencia moral es innata y connatural al hombre; aparece en el niño en cuanto empieza a conocer el mundo que le rodea; y la 72

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