BCCCAP00000000000000000000526

5.-lmitación de sus virtudes En la misma Constitución «Iglesia», n. 0 65, se nos indica que del mismo modo que glorifica ndo a Cristo, nos hacemos más semejantes a tan divino y hLirnano Modelo e Ideal, progresando continuamente en la fe, en la espera nza y en la caridad y buscando y obedecien– do en todo la voluntad; así también debemos fijarnos e imitar las virtudes de Aquélla que engendró a Cristo para asemejarnos a la que, por disposición divina, ,fue el molde humano del Hijo de Dios hecho hombre. Esto nos dará la seguridad de recibir, por medio de Ella, el sello y marca o semejanza de familia que nos configura con Cristo. 8.-Dios nos facilita el camino: aJesús por María Soñaba el poeta con «subir a los cielos por la escala luminosa de un rayo». El Sol de Justicia, Jesús, desciende hacia nosotros por medio de la Virgen de la Luz. San Luis María Grignión de Montfort en su breve tratado sobre «El secreto de María», escribe que, para subir y unirse a Dios, es pre– ciso valerse del mismo medio de que El se valió para descender a nosotros, para hacerse hombre y comunicarnos sus gracias; y ese medio es MARIA Al entregarse así e ir a Jesús por María, es imitar a Dios Padre, que no nos ha dado a su Hijo sino por María. Es imitar a Dios Hijo, que no ha venido a nosotros sino por María, y «como nos ha dado ejemplo para que según hizo El hagamos nosotros», nos ha invitado a ir a El por el mismo camino que El ha venido, que es María. Es imitar al Espíritu Santo, que no nos comunica sus gracias y dones, sino por María. «¿No es justo -dice San Bernardo- que vuelva la gracia a su Autor por el mismo canal por donde se nos ha transmitido?» Esta doctrina, que pudiera parecer sueño poético, es una lógica y teológica consecuencia de la Maternidad espiritual de la Santísima Virgen. Puesto que María ha formado la cabeza de los predestinados, Jesucristo, también corresponde a Ella el formar los miembros de esa cabeza, los cristianos: que no forman las madres cabezas sin miembros, ni miembros sin cabeza. Quien quiera, por tanto, ser miembro de Cristo, lleno de gracia y de verdad, debe formarse en María, mediante la gracia de Jesucristo, que en ella plenamente re– side, para de lleno comunicarse a los verdaderos miembros de Je– sucristo. 25

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz