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Pero no espera en la pasividad, sino vigilando activa y laboriosa– mente y preparándose para recibir a su Esposo, como las vírgenes prudentes de la parábola de Jesús: «En la liturgia terrena preguntamos y tomamos parte en aquella liturgia celestial que se celebra en la santa ciudad de Jerusalén -la Gloria-, hacia la cual nos dirigimos como peregrinos y donde Cristo está sentado a la diestra de Dios como ministro del santuario y del tabernáculo verdadero; cantamos al Señor el himno de gloria con todo el ejército celestial; venerando la memoria de los santos, esperamos tener parte con ellos y gozar de su compañía; aguardamos al Salvador, nuestro Señor Je– sucristo , hasta que se manifieste El, nuestra vida, y nosotros nos manifestemos también gloriosos con El.» (Const. sobre la Li– turgia, núms. 8 y 47) . Lé~ Iglesia robustece y acrecienta su fe y esperanza mediante la aceptación y meditación de su palabra y celebración de la Eucaristía, en la que se nos da una prenda de la gloria venidera. (Id. id. 47) . 5.-Esa fe y esperanza son estímulo para conseguir la Gloria Todos lqs cristianos, como fieles discípulos de Cristo, saben apre– ciar los acontecimientos de esta vida terrena de _modo que les ayuden a ir a Dios y su gloria por el camino de Jesucristo, «siguiendo a Jesús pobre para no abc:tirse con la escasez ni infatuándose por la abun– dancia de bienes temporales; imitando a Cristo humilde, no ambicionan la gloria vana» (Gal 5, 26), sino que como su Maestro «procuran agradar a Dios antes que a los hombres» (Le 14, 26) . (Doc. Aposto– lado de los Seglares, n. 0 4) . Y así, con el testimonio vivo de sus palabras y ejemplos, inducir a los demás a elegir el mismo camino hacia Dios: JESUCRISTO. PARA TU CUADERNO 1) ¿Has pensado en la aplicación práctica de las enseñanzas de Jesús, por medio de las parábolas, a tu propia vida? 2) ¿Qué interpretación das tú a aquellos versos de Sta. Teresa: «Vivo sin vivir en mí y tan alta vidá espero, que muero porque no muero»? 171