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e inconveniente, sino que se ofrecen voluntarios para defenderle a mano armada. Es una de las ocasiones en que Cristo trata con la mayor dureza a San Pedro, llamándole «Satanás», porque quiere opo– nerse a que beba el cáliz de la pasión que el Padre le ofrece ... En su oración, en el Huerto de los Olivos, a pesar de la instin– tiva repugnancia a cargar con los pecados de los hombres y suplicar que, si era posible, le fuese apartado el cáliz, ruega al Padre se cumpla su voluntad divina. Aún después de su resurrección y, para vencer la menguada fe y esperanza de los discípulos de Emaús, que todavía siguen dudando de la «conveniencia» humana de una pasión tan cruenta para llevar a cabo la redención, Jesús les dice: «¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciese estas cosas para entrar en su gloria? Y comenzando por Moisés y siguiendo por los demás Profetas, les iba interpretando todos los pasajes de la Escritura que se referían a El.» (Le 24, 26-27). De modo especial insistiría Cristo en las detalladísimas predic– ciones de las circunstancias de su pasión anunciadas por el profeta lsaías (Cap. 53), en que la Sagrada Escritura confirma que: «Jesucristo, Cordero inocente, con la entrega libérrima de su sangre nos mereció la vida. En El se cumplió la antigua Alianza y dio comienzo la nueva . En El, Dios nos reconcilió consigo y con nosotros y nos liberó de la esclavitud del diablo y del pecado, por lo que cualquiera de nosotros puede decir con el Apóstol: «El Hijo de Dios me amó y se &ntregó a sí mismo por mí.» (Gal 2, 20) (Const. Iglesia y Mundo, n. 0 22). 8.-Consecuencias consoladoras de la Redención Cristo Jesús, con su encarnación, nacimiento, perfecto cumpli– miento de la voluntad del Padre en su vida oculta, su constante acción bienhechora durante los tres años de predicación y, sobre todo, con su pasión, muerte, resurrección y glorificación, llegó a ser el hombre perfecto según el plan de Dios. 14 Es el ideal propuesto por Dios a todos los hombres para su imitación. «Esto vale no solamente para los cristianos, sino también para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de modo invisible ... Este es el gran misterio del hombre que la Revelación cristiana esclarece a los fieles. Por Cristo y en
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