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X V 1 1 «¿En qué otra cosa se cebará aquel fuego sino en tus pecados? Cuanto más te perdonas ahora a ti mismo y sigues a la carne, tanto más gravemente serás después atormen – tado, pues guardarás mayor materia para quemarte. En lo mismo que más peca el hombre será grave– mente castigado: allí -en el infierno- , los perezosos serán punzados con aguijones ardientes y los golosos serán atormentados con gravísima hambre y sed. Allí los lujuriosos y amadores de deleites serán ro– ciados con ardiente pez y hediondo azufre, y los envidio – sos aullarán de dolor como rabiosos perros. No hay vicio que no tenga su tormento propio: allí los soberbios estarán llenos de confusa humillación, y los avarientos serán oprimidos con miserable necesidad .. . Allí no hay sosiego, ni consolación ni esperanza para los condenados ... Ten ahora cuidado y dolor de tus pecados, para que en el día del juicio estés seguro con los bienaventurados.» (Tomás de Kempis: «Imitación de Cristo» Lib. I Cap. XXIV) 157
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