BCCCAP00000000000000000000525

Entre los Jueces tenemos una mujer extraordinaria, Débora. Fue, a la vez, profetisa y libertadora de su pueblo. La Biblia nos conserva de ella un canto hermosísimo y uno de los más antiguos de la poesía israe– lita (Jue. 5). Los otros Jueces más famosos son: Gedeón, Sansón, Helí y Samuel. No todos sobresalen por su virtud. Así, por ejemplo, en la vi– da de Sansón encontramos cosas poco recomendables. ·Con todo, Dios se quiso servir de él para castigar duramente a los enemigos de Israel, los fifüteos. l.. Gedeón (Jue. 6-8). Israel se había apartado del verdadero Dios y daba culto a Baal, dios de los cananeos. Entonces Dios permitió que los madianitas, un ppeblo .de más allá del Jordán, castigaran duramente a los hijos de Is– rael. Cada año, al tiempo de la cosecha, cuando las mieses estaban ma– duras, los madianitas invadían las tierras de Israel y acababan con todo. El pueblo israelita, arrepentido, se volvió a Dios. Y el Señor .lo escÚchó. Un día, mientras Gedeón trillaba ocultamente el trigo en el lagar, se le aparece el ángel del Señor y le confía la misión de liberar a Israel del yugo de los madianitas, prometiéndole para ello la ayuda divina. Gedeón ofrece un sacrincio a Dios y destruye los altares dedicados a Baal. Cuando los madianitas invadieron Israel y se establecieron en la fértil llanura de Esdrelón, Gedeón convocó a los guerreros de su tribu, Manasés, y envió emisarios a las tribus vecinas de Aser, Zabulón y Neftalí. Se reunió un ejército de unos 32.000 guerreros. Pero Dios, para mani– festar que la victoria era cibra de su gracia, mandó reducir el ejército. Primero se retiraron 22.000, por miedo.· Los 10.000 restantes fueron so– metidos a una prueba: Debían beber todos en la fuente de Harod; los que para beber se inclinaran, poniendo la rodil'la en tierra, serían des– echados, quedando únicamente los que se habían limitado a llevar con la mano el agua a la boca, que fueron unos 300. Gedeón los armó de cántaros, antorchas y trompetas. Y, a media noche, cayeron repentina– mente sobre el campamento madianita, rompieron sus cántaros, encen– dieron las antorchas e hicieron sonar fuertemente sus trompetas. Los madianitas fueron presa de un pánico grande y huyeron en completo desorden, dándose muerte unos a otros. Los israelitas los persiguieron hasta más allá del Jordán. Desde aquel momento, Madián no volvió a molestar a Israel. Y hubo paz durante cuarenta años. 73

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz