BCCCAP00000000000000000000524

3. Se dice, y con razón, que la castidad es una exigencia del amor. ¿Sabrías probar esto de alguna manera? 4. No hay duda de que Cristo sintió una predilección especial por !a castidad. Indica algunos detalles de su vida que lo de– muestr(Jn con evidencia. 5. Leemos en la Sagrada Escritura que el que a1_na el peligro en él perecerá. Explica esta sentencia e .intenta sacar las conse– cuencias concretas que se te ocurran. 6. Dice San Pablo que nuestros cuerpos son templos vivos del Es– píritu Santo que habita en ellos. ¿Qué te sugiere esta expre– sión del apóstol? 7. Hay ojos y rostros transparentes que dejan adivinar a Dios. Y hay rostros y cuerpos que dejan ya entrever las lacras del nicio. Compara y elige. ¿O es que prefieres llevar al matri– monio un cuerpo gastado y corroído por el pecado? 8. Hay quienes alardean de «hombría)) por el hecho de ceder al vecado. Hazles ver la verdad de lo contrario: que ser·•puro es ser «hombre», y ser deshonesto es ser «esclavo)). LECTURA La vida de Dios en nosotros exige castidad «No os engañéis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los afeminados, ni los sodomitas ... poseerán el reino de Dios. Y alguno esto érais, pero ha– béis sido lavados; habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios ... El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el Cuerpo; y Dios. que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros por su poder. · ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿ Y voy yo a tomar los miembros de Cristo para hacerl9s miembros de una meretriz? ¡ No lo quiera Dios! ¿No sabéis que quien se allega a una meretriz se hace un cuerpo con ella? Porque serán dos, dice, en una carne. Pero el que se allega al Señor se hace un espíritu con El. Huid de la fornicación. Cualquier pecado que cometa un hombre, f,uera de su cuerpo queda; pero el que fornica, peca contra su propio cuerpo. ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que e~tá en vosotros y habéis recibido de Dios, y que por tanto no os pertenecéis? Habéis sido comprados a precio. Glorificad, pues, a Dios en vu~stro cuer– po» (1 Co, 6, 9-20). 84

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz