BCCCAP00000000000000000000524

de santo respeto ante el misterio de la vida y las facultades de la procreación. Esta facultad tiene por voluntad de Dios una misión específica que cumplir. La pureza es una virtud excelente y digna de los mejores elogios: 1) Cristo siente una marcada preferencia por las almas puras. A los puros se aplican aquellas palabras suyas: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Diosn (Mt 5, 8). 2) La pureza presta al hombre una especial dignidad y hermo– sura. Esto lo reconocen todos. De hecho, pocos prefieren para es– posa a una mujer que no se haya conservado pura. El cuerpo puro es un verdadero santuario de Dios. 3) Ejerce una benéfica influencia en el carácter. No en vano la pureza exige una gran lucha. Lo fácil y cobarde es precisamente dejarse llevar por el impulso del instinto. 4) Mantiene en el individuo una inteligencia clara, una volun– tad enérgica y una rectitud y nobleza especial de sentimientos. Se explica, ya que restablece en el hombre la jerarquía de valores que el pecado destruyó, sometiendo la parte inferior al imperio de la razón. 5) Es fuente de salud para el cuerpo. « La castidad, dice Mara– ñón, es ahorro de vitalidad futura )) . 2. CUANTOS CON LA GRACIA DE DIOS SE MANTIENEN CASTOS Algunos se atreven a afirmar que el hombre ir'remediablemente tiene que sucumbir ante el ímpetu de las pasiones. Con todo, Mda más falso que estas teorías. 76 - Es evidente que si Dios manda obserz.·ar la pure'2a, 'ésta es posible; así el Concilio de Trento condena a los que afirman que con la gracia es imposible observar los mandamientos, y por consiguiente, la castidad (Sess. VI. can. 18). - Lo confirma el testimonio de la experienéia. Después de dos mil años de cristianismo son incontables las almas que se han mantenido puras. Aun en nuestros días son muchos los jóvenes, hombres y mujeres, sin contar a los niños. que ob– servan perfectamente _la castidad. Cierto que la fuerza del instinto y los muchos peligros existen-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz