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7 SEXTO Y NOVENO MANDAMIENTOS uEl lujurioso será pisoteado como basuran (Eclo 9, 10). uEl cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpon (1 Co 6, 13). Dios ha creado al ser humano hombre y mujer. A cada uno de ellos les ha dotado de particulares característi_cas, que llamamos sexo. De este modo, colaborando mutuamente, se puede propagar el género humano. Es así como Dios ha que– rido asociar al hombre a su activi-iad creadora. Existe una radical diferencia entre la sexualidad en el hom– bre y en el animal. El animal es esclavo de su sexualidad y realiza las funciones sexuales de forma instintiva y necesaria. El hombre, en cambio, no debe dejarse guiar por el impulso ciego del instinto, porque rebajaría su dignidad de hombre y de cristiano. El hombre debe dominar los impulsos de la sexualidad con– forme a la voluntad de Dios. Y Dios quiere que sólo en el legí– timo matrimonio, establecido por la naturaleza y santificado por Cristo, tenga lugar la actividad sexual con vistas a la pro- creación de nuevas vidas. · El sex(o mandamiento prohibe, en general, los actos exter– nos contrarios a la pureza; y el noveno, los actos internos. Des– de el punto de vista positivo preceptúan estos mandamiento<;, la pureza de corazón y de obra. l. ELOGIO DE LA PUREZA Pureza o castidad es la virtud que regula el uso de las faculta– des generadoras en conformidad con los principios de la razón y de la fe. la pureza supone, pues, el control del instinto sexual, ciego y dominador, que arrastra al pecado. Supone, además, una actitud 75
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