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En cambio, está fuera de duda que la autoridad pública puede castigar los crímenes muy graves aun con la pena de muerte. Como advierte San Pablo: «Si haces el mal, teme (a la autoridad) que no en vano lleva la espada» (Rm 13, 4). Hoy en muchos Estados, como medida humanitaria, se ha prohi– bido la pena de muerte. e) La guerra justa: En caso de guerra justa, se puede asimismo privar de la vida a los enemigos; pero se han de observar los prin– cipios del derecho natural y de gentes. Hoy, dados los medios modernos de destrucción, difícilmente se puede pensar en una guerra lícita; a no ser para la legítima defensa de la existencia de una nación. 4. EL ESCANDALO Escándalo es todo hecho, dicho u omisión que puede inducir a otro a pecado. (Catee., n. 142). El pecado de escándalo procede de una total falta de caridad con el prójimo, cuya salvación y bien espiritual importan poco al escan– daloso. Casos de escándalo. Podemos distinguir diversas clases de escándalo que merecen distintos juicios morales. 1) Escándalo directo: Cuando se busca intencionadamente ha~ cer pecar a los demás, v. gr., el muchacho que enseña a pecar a un compañero jnocen.te . Es un gravísimo pecado, propio del demonio , que anda por el mundo tratando de perder a los hombres. 2) Escándalo indirecto: Cuando, aunque no se busca el mal de los demás, no se hace nada por evitarlo, v. gr., el que explota un centro de diversión inmoral por negocio. A ·estas dos clases de escándalo se refieren las durísimas pala– bras del Señor cuando dice: «Al que escandalizare a uno de estos pequeñuelos que creen en mí, más valiera que le colgasen del cuello una piedra de molino y lo arrojaran al fondo del mar » (Mt 1-8, 6). 3) El escdndalo de los débiles: Ocurre cuando, por acciones que no s.on propiamente malas 1 hay personas que se escandalizan, debido a su ignorancia· o falta de formación. 69

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