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5 CUARTO MANDAMIENTO «Maldito el que no honra a su padre y a su madre» (Dt 27, 16). «Pagad a todos los que debáis; a quien temor, te– mor; a quien honor, honor,, (Rm 13, 7). En los tres primeros mandamientos hemos visto algunas de las principales obligaciones del hombre en su trato con Dios, a quien debemos adorar como a Creador y sobre todo amar como a Padre. ' Pero el hombre no está solo. Vive entre criaturas de Dios y sobre todo entre otros hombres. Deberá, pues, conducirse rectamente en sus relaciones con las demás criaturas. La se– gunda tabla del decálogo habla más bien de los deberes que tenemos con nuestros prójimos en el ámbjto de la sociedad. El hombre nace ya situado dentro de diversas sociedades : la familia, el Estado, la Iglesia. Nace en el seno de una familia, y es allí donde debe crecer y adquirir su perfección humana. Las diversas familias se or– ganizan en la llamada sociedad civil o del Estado. Con el bau– tismo es recibido en la sociedad sobrenatural de la Iglesia. Además, con el tiempo se unirá libremente con otros en el tra- bajo, dando origen a las· sociedades patronales. . Nuestras relaciones con todas estas sociedades vienen re– guladas por el cuarto mandamiento; si bien·, dada la impor– tancia de la famila, se formula en la Sagrada Escritura, alu– diendo a los deberes de los hijos con los padres: «Honra a tu padre y a tu· madre. para que vivas largos años sobre la tierra que te ha dado el Señor tu Dios n (Ex 20, 12). l. DEBERES PARA CON LOS PADRES Las relaciones primeras y más fundamentales que el nmo ad– quiere al nacer son las relaciones con los padres. Por medio de ellos 52

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