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El precepto de santificar las fiestas se desdobla, pues, en dos: - Uno positivo: la asistencia a la santa misa. - Otro negativo: la prohibición de ciertos trabajos. 1) Asistencia a la santa misa. En todos los pueblos existió desde el princ1p10 la costumbre de ofrecer a Dios sacrificios. Nada, pues, de extraño que, como centro de la santificación del domingo, se nos mande asistir al sacrificio de la misa, memoria y renovación del sacrificio de Cristo en la cruz. El santo sacrificio de la misa es nuestro sacrificio y el de toda la Iglesia; es el sacrificio más digno del Señor. 2) Prohibición de ciertos trabajos. La mayor parte de la vida del cristiano está :1cupada en el tra– bajo corporal. Justo es, pues, que le rindamos a Dios homenaje de nuestro trabajo con el descanso. De este modo manifestamos a Dios que no somos esclavos del trabajo y de la técnica, imitándole a El en su descanso sabático: «Descansó Dios el séptimo día de cuanto había hecho» (Gn 2, 2). Además de estos dos actos fundamentales, se aconseja en los días festivos: oír la palabra de Dios, asistir al catecismo de adul– tos, tomar parte en obras de apostolado, fomentar y desarrollar el espíritu de familia, el espíritu social comunitario, la amistad y ho– nesta expansión. 2. LAS FIESTAS DEL CRISTIANO Las fiestas principales de·l cristiano son, sin duda, los domingos. Los judíos celebraban el sábado. Pero ya los primeros cristianos, en tiempo aún de los apostóles, se reunían «el primer día de la semana para celebrar la fracción del pan» (Hech 20, 7). El apóstol San Juan le llama a este día «el día del Señor» (Ap 1, 10). 44 Lo\ apóstoles y la Iglesia eligieron como fiesta el domingo: 1) Porque en ese día tuvo lugar la resurrección del Señor. Es, por tanto, el día del triunfo de Cristo; un día de Pas~ua en pequeño. 2) Porque en el «día del Señor» se consumó la Redención, y se fundó la Iglesia con la venida del Espíritu Santo. Además de los domingos hay otras fiestas. Fueron introducidas

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