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3 SEGUNDO MANDAMIENTO cNo tomarás en fals o el nor,:bre de Yavé, tu Diosn (Ex 20, 7). <(Abbad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señorn (Sl 112 , 1). El segundo mandamiento viene enunc1aao en la Sagrada Escritura de la forma siguiente: «No tomarás en falso el nom– bre de Yavé, tu Dios». Con estas palabras se condena expre– samente el perjurio. El catecismo enuncia este mandamiento también en sen– frlo negativo, pero de forma más amplia: «No tomarás el nombre de Dios en vano». Llamar a los demás con un nombre, y llevar a su vez el suyo, es propiedad del hombre. El nombre constituye una parte de la personalidad; más aún, representa a la misma persona racional. Por lo mismo, el honor e injurias que se hacen al nom– bre repercuten en la misma persona que lo lleva. Dios nos ha ido revelando en el Antiguo Testamento di– yersos nombres; pero el nombre que más caracteriza su ser es el nombre de Padre, que nos enseñó Jesucristo. Con la posibilidad de llamarle por su nombre de Padre, he– mos llegado al máximo grado de intimidad con Dios. Se compren– de ahora que el cristiano deba dar gloria al nombre de Dios, no solamente de palabra, sino también con todo su corazón y con toda su vida. «No tomarás el nombre de Dios en vano». l. QUE MANDA Aunque formulado en sentido negativo, el segundo mandamien– to ordena honrar el nombre de Dios. Podemos honrar ·el nombre de Dios: 35

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