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4) 1:,1 sacrificio: ofrecimiento e inmolación, por el sacerdote, de una víctima a Dios, para reconocer su supremo dominio. Por el sacrificio, el hombre da a entender el útimo sentido de su vida, que no es sino la entrega de todo cuanto tiene, de cuanto hace y de cuanto es, para glorificación de Aquel que todo se lo dio. Necesidad del culto. A Dios se le debe un culto interno (actos internos), externo (con actos externos),· público (en nombre de b Iglesia) y privado (en now..– bre de un individuo o colectividad). Es una conclusión de nuestra dependencia en alma y cuerpo, y aun como seres sociales, de Dios y Padre nuestro. San Pablo llama inexcusables y de insensato corazón a los hombres que , conocien– do a Dios, · no lo glorificaron ni dieron gracias. El culto a la Santísima Virgen , a los santos y reliquias. La veneración que debemos a Dios nos lleva asimismo a vene– rar y respetar a aquellos seres que están en más íntima relación con Dios. En primer lugar, y de manera especial, a la Virgen Santísima, por ser Madre de Dios. Después, a todos los santos, amigos de Dios y sus heroicos ser– vidores. Los santos son, además, nuestros modelos en la imitación de Cristo, y nuestros intercesores ante el Señor. El culto con que honramos a los santos se llama culto de dulía. También veneramos los cuerpos de los santos y los objetos que ellos usaron en la vida terrena. A estos recuerdos los llamamos re– liquias. · El honor que se concede a las reliquias va dirigido a las perso– nas a .que aquéllas pertenecieron. Estos recuerdos o reliquias evo– can su memoria, y excitan nuestro amor a ellas, como ocurre con los recuerdos de seres queridos fallecidos: fotos, tumbas, etc. 3. LA ORACION La oración consiste en hablar con Dios, nuestro Padre celestial, para alabarle. darle gracias y pedirle toda clase de b'ienes. (Cate– cismo, n. 236). .26

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