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vemente obligatorio para ·.todos los hombres, de cualqui-er condición o raza. Dios es nuestro Padre, Creador, Redentor, y a nosotros nos foca obedecerle. De forma que el que no guarda los mandamientos no puede conseguir la vida eterna: «Si quieres entrar en la vida eterna, guarda los mandamientos» (Mt 19, 17), dijo Jesús al joven rico. Y no basta observar unos mandamientos y dejar otros. La infrac– ción grave de un solo precepto bastaría, si no hay perdón, para oca– sionar nuestra ruina eterna. Del mismo modo que para merecer la cárcel es suficiente la violación de un solo artículo del Código Penal. Dice el apóstol Santiago: «Quien observa toda la ley, pero quebran– ta un solo precepto, viene a ser reo de todos» (San 2, 10). 2) PosibiEdad. La posibilidad de observar los mandamientos está fuera de duda. -- Dios es justo, sabio y padre, y no puede mandar cosas impo- sibles. Lo confirma el Concilio de Trento cuando define solem– nemente: (( Si alguno afirma que los mandamientos de Dios son imposibles de cumplir, aun al hombre justificado y que está en gracia, sea anatema » (Ses. 6.'', Cél.n. 13). - La experiencia de los santo) y almas huenus es otra prueba irrefutable. Es el mismo Jesús quien nos alienta con aquellas palabras: (/ Mi yugo es suave y mi carga ligera>> (Mt 11. 30). Por otra parte, no hay duda de que no siempre es fácil cumplir– los todos. Tenemos, no obstante, a nuestra disposición el recurso de la oración. Por la oración podemos obtener de Dios la gracia suficiente para salir siempre triunfantes. GUION PARA El REPASO I. La materia inanimada y los seres irracionales siguen for=osa– mente y con exactitud las leyes que Dios les ha dado. ¿Qué ocurriría si no lo hicieran? ¿Y qué sucede cuando el hombre se aparta del querer de Dios, y se obstina en no cwnp/11' sus mandamientos? ...¡- ~ 2. Si ya existía la ley natural, <.·qué fin tuvo Dios al darnos tanzhién Z,!na ley positiva? 16
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