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-7- Siendo esto así, ¿quién no ve hasta qué punto es la edu– c1ción inseparable de la Religión? ¿No es ésta, por ventura, la luz que hace al hombre conocer el fin sobrenatural, al cual le ha destinado su Creador; la fuerza que le ayuda a vencer el mal y a practicar la virtud; el consuelo que endulza los su– frimientos y las pruebas, condiciones ineluctables de la vida mortal? La Religión es, pues, el alma misma y la base de la educación. Mas, al lado de la Religión, que se endereza al hombre entero y sobre todo a su voluntad y a su corc1zón, es preciso dar el lugar correspondiente a la instrucción propiamente dicha, destin,ida a proporcionar a la inteligenci1 los conoci– mientos necesarios. Hasta el cuerpo ha de ser objeto de la cultura física, que ha de conducirle a su desarrollo normal y al pleno ejercicio de sus fuerzas. Educación que se da en las - _,, -- --· -· - - Escuelas Seráficas. Siendo común el fin último al cual debemos tender, y siendo la naturaleza humana subst,rncialmcnte la misma para todos, síguese que habrá una educación general, que a todos debe comprender. Por otra p:ute, siendo la educación una preparación para la vida con sus múltipl.cs exigencias, deberá aquélla adaptarse a la vocación de cada uno y diversificarse srgCm las diferentes carreras, empleos y profesiones. Esto es lo que constituye Li educación particular. Así, pues, podemos distinguir: a) En el grado ínfimo, la enseñanza primaria o elemental, que da, como lo indica su nombre, las primeros elementos del saber. Estos son indispensables a todos, y por esta razón las leye-, del E ,tc1d 1, al m~nos en algunos países, hacen esta en.~eüanza obligatoria. h) En el gMdo intermedio, 1) la enseñanz:1 clásica, que sirve de preparación para las carreras liberales; 2) la ense-

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