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NÓS, FR. VENANCIO DE LISLE-EN-RIGAULT, MINISTRO GE– NERAL DE LOS FRAILES MENORES CAPUCHINOS DE SAN FRAN• CISCO, A LOS Muy REVERENDOS PADRES PROVINCIALES, A LOS DIRECTORES y PROFESORES DE LAS EscuEI.AS SERÁFICAS. Necesidad de las Escuelas Seráficas. REVERENDOS PADRES: D A acdón del tiempo produce en las imtituciones hu– manas cambios a que no pueden sustraersP: surgen necesidades nuevas, que a toda costa es preciso sa– tisfacer, si no se quiere correr el riesgo de arrastrar una vida lánguida, y aun de desaparecer. Tenemos de ello un ejemplo palpable en nuestras Escue– las Seráficas, que han llegado a ser una necesidad casi gene– ral para la provisión de vocaciones, y por consiguiente, para la vida misma de la Orden. En efecto, las vocaciones religiosas se hacen, de día en día, más raras, y lo propio acontece hasta en las vocaciones ecle– siásticas, y esto obedece a causas múltiples. El medio de donde salen los jóvenes, que pueden ofrecer alguna esperanza de vocación, es la familia; pero ¡cuán pocas son en nuestros días las familias, en las cuales se conserven vi~orosas las tradiciones cristianas, donde el niño, con la leche materna, se amamante de los principios de la Fe, y encuentre
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