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-41- abrirse al contacto del menor rayo de sol y a la menor sonrisa; a los revoltosos, arrebatados, pero ricos de energía, como las aguas de un torrente; la severidad los irrita, la dulzura afec– tuosa los cautiva y los doma. Sólo el amor, es capaz de inspirar al maestro estas indus– trias, que no se aprenden en parte alguna, y que se fundan todas en el conocimiento íntimo de los nifios. Ahora bien, para conocerlos, es necesario estudiarlos, y estudiarlos, no co– mo objetos de curiosidad científica, sino con interés, con alma, con amor. Entonces, y entonces tan sólo, podrá el maestro ponerse al alcance de los niños y hacerse todo para todos. El amor que es el mejor medio de llegar al corazón y al alma de los niños, es el solo capaz de dar al maestro la pa– ciencia, la abnegación necesarias para un trabajo, a veces ingrato, y siempre monótono, según la expresión de S. Agus– tín: "Ubi amatur non laboratur, aut si laboratur, labor ama– tur". ¿En qué manantial adquirirá este amor el que se dedica a la educación de los niños? No-desde luego-en sus propias entrañas, dado que ha hecho renuncia de toda paternidad te– rrestre, sino en la Fe y en el amor de Nuestro Señor. La Fe le harú descubrir a través de la corteza, tal vez rugosa, que la recubre y los defectos que la deforman, el alma del niño con todas las prerrogativas que arriba dijimos. El amor de Nuestro Señor le harú amar a los nifios, como Nuestro Señor mismo los amó. Nuestro Señor quiso también sPr niño. "Puer natus est nobis et Filius datus est nobis". Qui– so crecer en gracia y en sabiduría delante de Dios y delante de los hombres, en el seno de la obediencia y de la oscuridad. (Luc. 11, 51.) Él los rodeó de una predilección especialísima. (Marc. X, 13:) "Sinite parvulos venire ad me, et ne prohibuerifü; eos, ta– lium est enim regnum ca•lorum. (V, 16): Et amplexus eos, et imponeos manus super illos, benedicebat eos". Él amenazó con terribles penas a los que escandalizasen a los niños. "Qui scandalizaverit unum de pusillis istis qui in me credunt, expedit ei ut suspendatur mola asinaria in eolio ejus, et demergatúr in profundum maris, (Math. XVIII, 6)
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