BCCCAP00000000000000000000523

-21- El niño desea saber: de ahí las preguntas múltiples que hace a todos y que atestiguan la curiosidad de su inteligencia. Lejos de reprimir este deseo, es preciso alentarlo, satisfacerlo y procurarse de esta manera la connivencia de lo que hay de más íntimo y de más natural en él, en favor de la labor peda– gógica, que no puede menos, en algunos momentos, de resul– tar árida y penosa. En este sentido, se ha podido decir con razón que es necesario tratar de hacer agradable la enseñanza. Si el maestro sabe explotar estas buenas disposiciones naturales del niño, su tarea se facilitará en gran manera: el niño, interesado en ella, no será ya un receptáculo pasivo; reaccionará al contacto de la enseñanza que se le da y la hará suya; se despertará así su actividad intelectual. Y téngase en cuenta que la enseñanza que resulta provechosa es aquella en que el niño juega un papel personal y viviente. Si el niño permanece pasivo, sólo entrará en juego la memoria; pero, como se ha dicho, "la memoria es una facultad que olvida". Hay que trabajar con la memoria, y no para la memoria. Ante todo, se deberá apelar a la actividad mental del niño, excitada por su deseo natural de saber. Además, es necesario seguir al niño en el camino que recorre su espíritu, es decir, partiendo de los conocimientos sensibles, para ir más allá de lo que se siente: ir, por consi· guiente, de lo conocido a lo desconocido, utilizar los conoci– mientos ya adquiridos para llegar a los que están por adquirir, preparar la transición de unos a otros por medio de compa– raciones y cotejos. Asimismo, débese comenzar por lo con– creto y particular, para elevarse luego a lo que es abstracto y general. Una regla formulada en sus términos áridos no entra de primera intención en la cabeza del niño; revestidla de una forma viviente y tangible, y ella se fijará en su espíritu por la acción de la imaginación y de la memoria. Pero, sea cual fuere el esfuerzo y las industrias del maestro, es preciso llegar alguna vez a las abstracciones y a las leyes generales; mas éstas no se imprimen fácilmente en la memo– ria, y bien pronto desaparecen de ella. Por esto se hace pre– ciso volver muchas veces sobre las mismas materias; no se sabe bien más que lo que muchas veces se ha olvidado, y es

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz