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-20- razón, se halla incapacitado para caminar adelante. Importa, pues, mucho que los esfuerzos de los maestros vayan ordena– dos con prudencia, si no se quiere incurrir, ora en repeticiones del todo inútiles, ora en lagunas muy lamentables. Unidad en la influencia. Esto se desprende del fin que se señala a la enseñanza clásica, a saber, el cultivo de la inteli– gencia. Es preciso, por consiguiente, organizar esta enseñanza de manera que resulte de ella una formación del entendi– miento y no un turno circular de conocimientos diversos. Este resultado no puede obtenerse si no es confiando cada una de de las clases a un profesor principal, que tenga a los niños la mayor parte del tiempo bajo su influencia directiva, no dejándolos a otros mas que para ciertas especialidades, pues no es posible exigir de un maestro que sea absolutamente universal. Por la misma razón, no parece que pueda considerarse como una acertada innovación la de reducir uniformemente la duración de las clases a una hora. La clase de una hora no puede ser otra cosa que la ejecución precipitada de una parte del programa. No es la lección familiar con el alivio interme– dio de las preguntas; es la lección de Universidad, que sustitu– ye a la moralizadora conversación del maestro con los dis– cípulos. En una hora tan sólo puede llegarse a la explicación de una lección; pero el maestro no puede en ese tiempo estu– diar a sus discipulos, llegar a comprenderlos y hacerse com– prender de ellos. Ahora bien, sólo por medio de una continua comunión de ideas y de sentimientos llegará el profesor a ser un maestro y el estudiante un discípulo. Por lo demás, es cierto que la clase de dos horas no deberá consagrarse a una materia sola, so pena de que produzca la saciedad y el aburrimiento. Veamos ahora de qué manera se debe entrar en relación con la inteligencia del niño, y por qué método se le deben inculcar los conocimientos necesarios. El niño lleva consigo el deseo natural de saber: comienza con el conocimiento de lo sensible, para elevarse luego al conocimiento intelectual. De esta doble observación se deriva el método racional de enseñanza.

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