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-11- derecho sagrado y, por consiguiente, un deber para los p1dres, a ellos corresponde sobrellevdr sus cargas. "Filii sunt aliquid patris et velut paternce amplificatio qure'i<lm personce", diremos con Santo Tomás, "Su n n. Th :ol. ", 2. 2., q. x, art. l, 2 y León XIII, Encycl. Rerum Novarwn, 15 mayo 18 H, (An. Ord., VII 161) y Encycl. Sapienfüe C/zrisliance, 10 enero 18!)0 (An. 0,d. VI, 45), d,mde Icemos: "N.1tura~ ... parentes habent ju~ suum instituendi quos procreuint, hoc adjuncto officio, ut cum fine cujus gratia sobolem Dei beneficio susceperunt, ipsa educatio conveniat et doctrina punilis". Pew es nec,~sario advertir que este principio no debe en ten~ derse de una manern absoluta, y qui>, aunque se aceptase en tesis general, serLi preciso hacer, sin Vdcilar, las oportunas excepciones, p ua que no se vie:;en privJdos de los medios de seguir su voéc1ción los nifi0s que venL.1deramcnte la sientan en su alma. Suponi,:ado que el nifín que hemos admitido rPúna las condiciones indicadas anterivrmentP, ¿le haremos, desde Pl primer momento, entrar en los estudios cl,bicos? Si ha con– cluido su educación element:11 fl'lizmente, sí; en el caso con– trario, no. Así pues, será con frecuPncí t npcesario establecer en nuestra..;; Esctwlas una o tal vPz dos cl;1ses elementales. que pcrmita:1 a los nifios adquirir lo~ conocimientos que cons– tituyen el preludio obligado para los estudios clásicos. No siendo así, el niüo se verá precisado c!Pm isiado pronto a rPpar– tir su activLL1d en estudios Pxce.sivarnente variados, y, no· hallánrlo~c suficientemente formado ni en posesión ele los elem,~nto, de su propia lenguc1, le será imposible hacer frente a lo que se exige ele él. T,~rminadas las clases elementale~, el nit1o posee un cau– dal dt~ conocimientos modesto, pero suficiente para comenzar los e,tudios clásicos. N) c mcluiremos lo que queríamos decir acerca de los estu– dios elernPnt iles, sin hacer observar que algunas de las mate– rias comprcndid,1s en ellos deben ser objeto de un cuidado particular y continuo. Nos ref,•rimos a la lectura y a la escri– tur<1. L'iS neglig2ncias del principio, en lo que respecta a estos dos puntos, son dificilísimas y casi imposibles de corregir.

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