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-9- ¿Quiere esto decir que los hayamos de seguir servilmente? Ciertamente que no, y aun sería comprender mal el espíritu de estos programas el 'tratar de adoptarlos de un modo exce– sivamente literal: porque, si en algunos países se han venido modificando los programas escolares con tanta frecuencia desde hace algunos años, ha sido precisamente porque se quería dar a la enseñanza clásica más flexibilidad y más variedad. Aceptando substancialmente los programas oficiales, he– mos de tener presente, al utilizarlos, dos cosas: l.º} Se debe conservar a los estudios clásicos su carácter tradicional, o sea, que principalmente hay que buscar en ellos la formación de la inteligencia. Así, al concluirlos, se habrán aprendido los elementos de las ciencias, se tendrá el instru– mento universal para la adquisión de todos los conocimien– tos, y más bien que instruido, se estará en disposición de instruirse. Es preciso, pues, evitar los programas recargados, la for– mación enciclopédica. Ésta más bien embaraza que ayuda, puesto que la inteligencia no es un almacén, sino un instru– mento. Con mucha exactitud se ha dicho: "El fruto que se debe obtener de la enseñanza clásica, no tanto ha de consistir en la suma de conocimientos adquiridos, como en la aptitud para adquirir otros nuevos, esto es, en el gusto por el estudio, en el método para el trabajo, en la facilidad para aprender, para asimilar y aun para inventar. Lo útil por excelencia es la inteligencia misma, pues sólo ella es capaz de utilizar con oportunidad y con discreción lo que sabe; sólo ella puede compensar las insuficiencias inevitables en todo conocimiento por medio de la reflexión, con el empleo de métodos genera– les, cuyos recursos son infinitos. De esta suerte es la inteligen– cia fecundada por la cultura, lo cual hizo decir a Cicerón: "Nihil est feracius ingeniis, iis prresertim qure disciplinis exculta sunt". (De Oratore). Pero es necesario saberse redu– cir. La enseñanza, que se da con medida y moderación, sos– tiene y fortifica la inteligencia; administrada a grandes dosis, la desconcierta y oprime. La capacidad del niño es fija; la cantidad de ciencia que se adquiere aumenta de día en día.

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