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EL PROBLEMA PSICOLÓGICO DE LA CONVERSIÓN tente en el temor a los espíritus de los muertos. El animismo y el fe tiquismo, como ya hemos advertido, lo invaden todo, y por el mismo hecho de que todos los actos de su vida obedecen a mot ivo supersticioso, por eso no tienen prácticas religiosas de– terminadas, y harán al europeo la impresión de pueblos ente– ramente ateos. «Los malgaches de Madagascar - dice el P . Dnbois- poseen una mentalidad prod igiosamente supersticiosa y la preocupación dominante del culto de los muertos. Nada de templos, ni de culto social aparente, ni de sacerdocio organizado; una creencia en Dios difícil de descubrir y mucho más difícil de precisar; pero , en cambio, todas las variedades posibles de prácticas ridículas y de vanas observanciasn < 29 >. En resumen: que lo mismo en los pueblos orientales que entre los primitivos de Africa y Oceanía, la religión no consti– tuye una parte de su cultura, si no toda su cultura; por lo menos, su cultura está tan impregnada de la idea r eligiosa como es imposible separarla. Si aquellos pueblos concibieran la religión al modo como nosotros la concebimos, es decir, separada de otras manifesta– ciones de la cultura, no opondrían seguramente tanta dificultad al cambio de religión. Pero no; para ellos la religión es toda su cultura y por eso consideran al misionero como un hombre que pretende quitarles su cultura e introducir en su país la cultura europea, que es una cultura extranjera. Un francés, un inglés, un alemán que cambia de religión, s igue siendo alemán, francés o inglés, por que la religión no es más que una parte de su cultura nacional; mas para un chino y para un japonés, dejar su religión y cambiarla por otra equivale, al menos así lo creen ell os, a abandonar su cultura nacional y a cambiarla por la cultura emopea. El chino, el japonés patriota no pueden tolerar eso, y por eso se oponen al cristianismo y, sobre todo, al catoli cismo r.on toda la energía de su patriotismo amenazado. La idea que los orientales ti enen <le la religión cristiana es aná– loga, en este sentido, a la que tienen de la suya; es decir, ellos creen que la religión cri stiana y católica es algo inseparable de la cultura europea, y en ello no les falta su parte de razón. Para ellos catolicisP.10 ,~s sinónimc de europeísmo, y por eso se oponen , (2D) () bsta c.:lcs n l"A pvslü!f!I, 7H. - 29 -· ..

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