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GUMERSINDO DE ESCALANTE, O.F.M.Cap. algo distinto de lo que los demás obran, salirse del rnoldP común es singularizarse, es atraer sobre sí las miradas, las murmuraciones, los odios, quizá las persecuciones de los de– más. En este sentido, todos, más o menos, vivimos sometidos a la tiranía de la colectividad. ¿Hay muchos hombres que ten– gan el valor suficiente para enfrentarse con _la sociedad en que vivimos y creer y vivir en oposición a ella? Se requiere para ello una gran dosis de despreocupación, o un fuerte sen– timiento del propio valer o de la propia personalidad. Pues si aún para nosotros resulta poco menos que un acto heroico colocarnos al margen de la colectividad ; júzguese lo que significará para el pobre negro del Congo, carente en ab– soluto ele personalidad intelectual y sumergido totalmente en su colectividad. «El sentimiento de la oposición social - qice A. Allier– obra como una fuerza ele inhibición . . . El valor de oponerse a la opinión común es raro, aun entre pueblos civilizados, · ;,cómo . será ello fácil para un individuo que no ha tenido nunca fa más pequeña idea de lo que es una iniciativa moral? El no · conformismo social, en el sentido más amplio de la palabra , supone casi el heroismon <lo>. No puede negarse que, aun en pueblos de fuerte menta– lidad colectiva, se dan casos de iniciativa personal, de con– versiones aisladas. El heroísmo que esto supone puede cole– girse de uno de tantos casos como narra el P. Dufonteny. «En cierta ocasión -dice el misionero- vino a mi casa una mujer de uno de los pueblos de la misión, llamado Tuku. En Tuku se había establecido, hacía ya mucho tiempo, una capilla con su catequesis, sin que se hubiera producido ninguna petición de bautismo; cuando una noche, a eso de las diez, oí toca r suavemente a la puerta. -¿ Quién es?-pregunté. -Soy yo. Esta es, invariablemente, la respuesta que da el indígena cuando se le pregunta por su personalidad. -¿Quién eres tú?-volví a preguntar. -Abre y lo sabrás-me contestó el que llamaba. Ya estaba yo acostado; me levanté, y alumbrándome con (]0) La Psychologi e de la Conversion, 135. -14- 11

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