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A MODO DE INTRODUCCION El imperativo categórico que para mí entraña cualquier indica– ción que de Fray Generoso de Barceni!la recibo, dada mi admira– ción y mi respeto por tan singular figura, hace que, sin motivos especiales para ello -que nunca pasé de un modesto admirador y aprendiz de la admirable Lengua de Camoes-, aparezca hoy, con estas líneas, al frente del MÉTODO DE LENGUA PORTUGUESA, que aquel religioso español presenta al examen y estudio de cuantos españoles sientan el anhelo de llegar a un buen entendimiento con sus hermanos de Porfugol, Fray Generoso, en lo moral y hasta en lo físico -rasgos acusa– dos, rostro cetrino, barba en punta, hirsuta y ascética; llama cen– telleante en los ojos vivos; alta talla y estructura escueta- es un retoño pujante, indiscutible, de aquellos ministros de la Cruz, sur– gidos de la entraña de nuestro suelo rocoso, que recorrieron el mundo bautizando Infieles, defendiendo a cintarazos la integridad de los sagrados recintos y expandiendo por el orbe las riquezas de ,westra habla, hecha para comparecer ante Dios, según la conoci– da frase de nuestro César recoleto. No sé en qué momento Fray Generoso sintió el impulso voca– cional: quizá en la cuna. Lo que sí sé es que, cuando nuestro Cau– dillo lanzó por los confines de España su clarín vibrante de llama– da, en defensa de esos principios vertebrales de Dios y de Patria, que una subversión roja, hecha desde arriba, amenazaba con des– terrar de nuestra tierra, al P. Generoso no le bastó con la oración de retaguardia para contribuir al triunfo, ni le satisfizo una apor– tación a distancia para aminorar la triste soledad de nuestros cru– zados; y aún así entendió que era menos difícil trabajo el cuidar espiritualmente de caídos de nuestra gloriosa infantería que, veni– dos directamente de aldeas de Campos de Castilla, de Navarra,

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