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RADIOGRAFÍA DE LA FRIVOLIDAD ()1 -No, hijo mío; no eres tú quien se ha de arrodillar an– te mi humilde persona; soy yo quien tengo que arrodi– llarme ante ti. Hoy no soy yo digno de desatar la correa de tu zapato. Tú, que lleva; en tu corazón a Dios, me ben– decirás a mí. .. Y el gran maestro se descubrió, cayó de rodillas ante el niño y, tomCmdole la manecita enguantada, se la levan– tó como pn!·a benr-:ecírse con ella. La sorpresa del nif10 fue enorme. Miró, desconcertado, a su padre, y al ver que este lloraba, también él se echó a llorar... El niño se dio cuenta de que aquel contacto con Dios por la comunión, y por la gracia, era lo que le engran– decía de tal modo ante aquel gran maestro, que tenía la suerte de creer... A fa. entrada de una de las aulc 0 s de la Universidad de El Cairo se lee esta inscripción: "La Química es impor– tante; m::s importante e:, Alá". Al{1, o mejor Alláh, para los árabes, es Dios. Nosotros podemo:; ;::firmar que Dios, no sólo es más im– portante que la Química, sino más importante que toda la ciencia y el arte y la grandeza del mundo. Más que las riquezas, los honores y los placeres; infinitamente más que todo lo que el hombre cotiza y aprecia. Y en conse– cuencia, podemos decir muy bien con Teresa de Jesús: "Quien a Dios tiene, nada le falta. ¡Sólo Dios basta!" Todavía una consecuencia mú,;: Que a sólo Dios debe– mos buscu.r y tender con toda la vehemencia de nuestro corazón enamorado, porque Dios est:i por cima de todo y lo es todo para no:mtros. Sin Dios, aunque tuviéramos to– dos los tesoros de la tierra, seríamo:; los más pobres y des– graciados de los mortales ... En lo más apartarlo de un de:;ierto de Siria, muy lejos del bullicio del mundo, vivía 110 hace mucho tiempo un ermitaño, entregado a k or2ció11 y a la penitencia. Un día cierto alto oficial del ej6rcito se llegó por aquellos inhós– pitos parajes en plan de caza. No creía encontrar personas humana:; por aquella,:; latitucli:~'.,, más propias para alber– eue de alimafias y rle reptiles. Pero, de pronto, surge ante