BCCCAP00000000000000000000519
90 P. DAVID DE LA CALZADA valiente declaración del filósofo Balmes en contra de este absurdo: "Figúranse algunos que la relit:;iosidad es signo cíe es– píritu apocado y de capacidad escasa, y que, por el contra– rio, la incredulidad es indicio de talento y de grandeza de ánimo. Yo sostengo que c:on la historia en la mano se pue– de demostrar que en todos los tiempos y países los hom– bres más eminentes han sido religiosos". ("El Criterio"). "¿ Quién es Dios?", pre[~untaba el Catecü:;mo que yo es– tudié en la escuela. Y contestaba: "Dios Nv.estro Señor es lo más excelente y admirable que se puede decir ni pen– sar; un Señor infinitamente bueno, sabio, poderoso, justo, principio y fin de toda:; las cosas". Si Dios es "lo más excelente que se puede decir ni pen– sar", lógicamente tenemos que admitir que el contacto con Dios, la amistad íntima con Dios, en una palabra, la san– tidad, es lo que más honra y enaltece a una persona. En el mundo .~,"~·-.,•~u honrarnos y darnos impor- tancia, blasonando de nue,,tra ami;;tad y trato con los [:randes y poderosos. Y con qué org 1 .lllo aludimos, cuando se presenta la ocasión, y a veces aun sin presentarse, a JLUestro trato íntimo con un aristócrata, con un ministro, con el rey o con el jefe del estado. Con infinita m:ís razón podríamos gloriarnos de nues– tro trato amistoso y filial con el Creador de todo, con el Amo, Rey y Señor del mundo, que lo rige y gobierna con providencia adrnirable. No hay nobleza ni grandeza en el mundo comparable a la de la gracia, que nos hace amigos, hijos adoptivos y moradas de Dios ... Era una excelente familia cristiana. Su niño acababa de hacer aquel mismo día la primera comunión. Todos es– taban aún bajo el efecto de las profundas emociones sus– citadas por el acto. El célebre compositor Gounod fue a visitarles en fecha tan memorable. Cuando el padre le ve entrar en casa, le dice con emoción a su niño vestido de blanco: -Hijo mío, este amigo nuestro es el autor de ese pre– cioso canto que has oíd.o cuando te acercabas a comulgar. Ahora que ya has recibid.o la:; bendiciones de Dios y del sacerdote, pídele que también él te bendiga. El niño hizo ademán de arrodillarse ante el maestro; pero este, con voz emocionada, se lo prohibió, diciéndole:
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz