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RADIOGRAFÍA DE LA FRIVOLID,\D Bienaventurados los chaquetero'\ qne hacen el papel que conviene al rnomenb) para eludir la persecución o la burla. Estas son las "bienaventur:mzas" del mundo, aceptadas por la frivolidad. En ello.s i:e p:rocl::ima el predominio- de la materia sobre el esníritu. v hasta del pecado sobre la virtud. Se altera raclic¿¡ln{e,1:e 'ei ord,~::-i jer:irqvico de valores. Se pro::lama solem,1emente un error, una m'.,ntira. Del mundo de las icleas :7 aprecitu::ion"s, se pasa al campo de la prúctica. Y vemos el rudo contraste de muchas mani– festacio11es c 1 e 1107.' con otras mucha1; de ayer, cuando la fe y los criterios cristb!1os estaban m:is arro.i::;ados en los cora– zones. Ante:J florecían multitud de cofradías y asociaciones pia– dosas. Hoy estún en la anemia, y son supbntadas por clubs, círculos, casino:; y sociedade:; recreativas, de los que nos he– mos hecho socios. pagando cinco veces mlts que antes por ser cofrades. Antes, apenas :·i hahía mús héroes reconocidos por el refrendo popular, que lo3 de la santic~ad y los del campo de batalla. Hoy son héroes populares todos lo:; campeones del fútbol, del boxeo, del cidismo, de l:l natación, de la tauro– maquia o de la canción moderna. Nuestros padres y abuelos leían con fruición las vidas de los santos, héroes de la santidad. Nosotros preferimos leer los reportajes de la prensa sobre deportistas y estre– llas de cine o televisión. Nuestros antepasado,> llenaba:1 los altares de imágenes de santos. No·,otro.; preforimo:; elevm· ca¿1:1peones al podium del triunfo. Nuestras i1estas eran ante,; las de Dios, los santos o la pa– tria. Hoy org;:mizamos fiestas en homenaje a los artistas, de– portistas y gimnastas. Antes las sacri',tías estaban repletai, de monagos volun– tarios, que se sentían mu~.r honra,lry; co:1 ayudar al sacerdo– te en la:, funciones sa;:;;nda 0 ;. :t-Ioy e:dste una penuria deso– ladora de mol1.: 1.go ;, por ¡ve ya no se ,;ienten t::i.n honrados ayudando al ministro de Dim en la,2 ¡,agradas funciones ... Creo que nadie i·e atreverá a negarme estas cosas que, a los ojos de un sereno observador, manifiestan bien a las claras un creciente predominio de lo matel'ial sobre lo es– piritual en las apreci:lciones de nuestros contemporáneos. El

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