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iU P. DAVID DE LA CALZADA XII.-La frivolidad se adapta con facilidad increíble al ambiente moral que la rodea. Y para ello, prescinde tam– bién, sin reparo ni dificultad alguna, de la educación reci– bida y de las anteriores convicciones. Hay un proverbio japonés que dice: "El hombre pru– dente sabe adaptarse a las circunstancias, como el agua, que toma la forma del vaso que la contiene". Lo que más me sorprende de este proverbio japonés es que atribuya esta extraña adaptación al ambiente moral que la rodea, nada menos que a una virtud; cuando la ma– yor parte de las veces es una auténtica traición, no sólo a la moral, sino también a la propia personalidad. Esa con– ducta servil podr:í obe:bcer a una prudencia humana y egoísta; pero nunca a la prudencia, virtud cristiana car– dinal. Estos complacientes acomodaticios son los que forman la gran legión, llamémosla de los "vicentes", por aquello del refrán español: "¿Adónde vas, Vicente? Adonde va la gente". Son hermanos gem::~los de los que enseñan y practican aquella otra máxima cobarde y despersonalizadora: "Siem– pre que tengas que pasar por el país de los tuertos, no te olvides de cerrar un ojo". A mediados de febrero de 1970 vi en la prensa de Sala– manca el anuncio publicitario de una película, a la que la censura le había endo:;ado en su calificación moral el nú– mero 4. Se trataba, pues, de una película gravemente peli– grosa para toda clase de personas. La película, proyectada en una sala de la ciudad, atraía a las masas incautas o maliciosas, con una propaganda há– bilmente redactada. Decía textualmente: "La corrupción, la degradación, la violencia y el vicio puestos en la picota por la película más atrevida y valiente de todos los tiempos. Mayores 18 años". Y, he aquí, a mi entender, una muestra sutil y finísima de la frivolidad hipócrita de nuestro tiempo. Por una parte se afirma en la propaganda que dicha película pone al vicio en la picota, simulando una condenación de él, para execra– ción del público asistente. Y, por otra, se presenta al vicio con tal crudeza, que la película resulta gravemente peligro– sa para toda clase de espectadores ... Por una parte, simulan hacer un buen servicio a la moral cristiana; y ]:>Or otra se
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