BCCCAP00000000000000000000519

68 P. DAVID DE LA CALZADA quedó atravesada como un hueso en la garganta: "¡Aquí hacemos a todo!" De cuántos pueblos de España se podría decir lo mismo: "¡Aquí se hace a todo! ¡Cuando al baile, al baile; cuando a la iglesia, a la iglesia... !" Y ese "todo", sabemos muy bien lo que comprende ... El ir a misa en la fiesta del Patrón, confesar y comulgar una vez al año, casarse por lo católico, llamar al cura a la hora de la muerte ... Pero ese "todo" comprende también otras muchas cosas ... Perderse la misa muchos días de obligación, quebrantar escandalosamente el descanso dominical, blas– femar como carreteros, albergar odios irreconciliables, pro– fanar a mansalva el matrimonio, faltar a cada paso a la justicia, divertirse en grande a espaldas de la Ley de Dios, etc., etc. "Aquí hacemos a todo" ... Esta es la triste verdad. Que– remos quedar con todos a bien, y por eso "una vela a Dios y otra al diablo". Pero hoy, como hace veinte siglos, Cristo, acérrimo enemigo de esas componendas absurdas, viene a decirnos con una intransigencia, que ya creemos trasnocha– da y anacrónica: "Nadie puede servir a dos señores". Y el mundo de hoy no quiere darse por aludido. No quie– re reconocerse como destinatario de este mensaje de Dios. Y tal vez llega a creer que, no haciendo caso, Cristo, aburri– do, no tendrá más remedio que transigir con esta humana debilidad de "hacer a todo". En resumen, esta es la conduc– ta del mundo de hoy: Renunciar a ser cristiano, no; pero ser cristiano, y querer disfrutar de todo, sí. Por eso esos absurdos de la misa de la mañana, y el gua– teque y el baile de la tarde. La comunión de la cofradía, y la película del número cuatro. El rosario del atardecer, y las relaciones inmorales de la oscuridad de la noche. La junta de Acción Católica, y el club nocturno. Formar con una vela en la procesión, y a las pocas horas aparecer en bikini en la playa, o en la piscina. Profesarse católica, apos– tólica y romana, e ir desnuda por las calles ... "¡Hacemos a todo!" Pero ese "todo" choca a cada paso con la intransigente sentencia de Cristo, valedera para to– dos lo::; ti2mpos: "Nadie puede servir a dos señores" ... La frivolidad actual sabe de sobra que, entre la doc– trina de Cristo y la vida fácil del mundo, no hay posible avenencia. Pero no renuncia a la ilusión de encontrar la fór-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz