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66 P. DAVID DE LA CALZADA -"De modo -le contesté yo-, que eso era antes para ti horriblemente feo, y no te lo hubieras puesto por nada del mundo. Y ahora, porque lo trae la moda, ¿ya es bello y elegante? ¿ Qué firmes ideas estéticas puedes tener en tu cerebro, para cambiar de esta manera con el soplo de la moda?" El mundo tiránico y seductor logra imponernos sus ideas, gustos y apreciaciones; y nosotros sumisamente nos rendi– mos a su tiranía. Pero es San Pablo el que dice:" Si hiciese caso de agradar a los hombres, no me tendría por siervo de Cristo". Y el P. Granada comenta sabrosamente este pasaje: "A lo menos esto es cierto, que ninguna mayor locura puede hacer un hombre, que regirse por una bestia de tantas ca– bezas como es el vulgo, que ningún tiento ni consideración tiene en lo que dice. Bien es no escandalizar a nadie y te– mer donde hay razón de temer, y bien es no moverse a to– dos los vientos". El globo de papel de mil colores que al aire lanzan los muchachos, se eleva en la atmósfera, pero no va recto a su objetivo. Como no lleva lastre ni dirección, el aire con sus constantes cambios lo lleva en todas las direcciones del ho– rizonte, convirtiéndolo en juguete de sus caprichos... El barco que en alta mar pierde sus máquinas y su ti– món, se convierte también en juguete del viento y de las olas. Y estas olas y este viento pueden, después de cam– biarle mil veces de dirección, estrellarlo contra las rocas o hundirlo en el abismo. Imágenes gráficas del alma frívola, que cambia a cada paso de ideas, juicios y apreciaciones. En cambio, tenemos esos cohetes espaciales, que repre– sentan una apreciada conquista de la ciencia. Llevan un im– pulso soberano que los lanza a las alturas; pero no a ciegas. La ciencia lo ha calculado todo con minuciosidad y preci– sión, para que ese cohete no pueda desviarse en su curso y perderse en el vacío. Con un control científico riguroso, lo hacen caminar recto a su objetivo clavado en el infinito. Que tú no seas, ni el globo de papel de mil colores, ni el barco a la deriva, juguete de los vientos. Sino algo así co– mo esos cohetes espaciales, a quienes la fe y la razón fijen una invariable trayectoria. Así caminarás con rapidez por
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