BCCCAP00000000000000000000519
RADIOGRAFÍA DE LA FRIVOLIDAD de influir aún más decisivamente a favor de la humanidad, mediante la omnipotencia de la oración y el sacrificio. Y, ya dejando aparte a las religiosas, el mundo frívolo seguirá cotizando más alto a un payaso de circo, que a un doctor en Teología; a una artista de variedades, que a un médico; a un futbolista o boxeador, que a un ingeniero; a una bailarina que a un santo. Seguirá prefiriendo una fábri– ca a un convento, un teatro a una universidad; un restau– rante, a una iglesia; un charlatán de feria, a un sacerdote o predicador... Precisamente, en una de las últimas algaradas estudian– tiles de una universidad española, se dio el caso de un gru– po de estudiantes que, a voz en cuello, pregonaban estas frases, como recogiendo en ellas la lista de sus reclama– ciones: "Menos iglesias, y más fábricas. Menos torres y más chi– meneas. Menos cultos religiosos, y más diversiones. Menos conventos, y más escuelas. Menos monjas, y más mujeres públicas... " Yo mismo fuí testir;o hace unos años de una gran mani– festación en Madrid. Estaba organizada por los estudiantes de la Central, y tenía visos de patriótica. El objeto era pro– testar contra otras manifestaciones ofensivas que en Italia se acababan de producir contra nuestra patria. Miles y miles de estudiantes avanzaban por la Gran Vía madrileña, en dirección a la calle de Alcalá, para desembo– car en los Paseos. Y millares de españoles les contemplába– mos gozosos desde las aceras, aplaudiéndoles al paso. Pero nuestro gozo se entibió bastante al contemplar de cerca la primera pancarta que portaban. En ella aparecía una mujer semidesnuda, y, por bajo, esta leyenda: "¡Sofía Loren, sí; Fanfani y Montini, no!" El simple sobreponer a una artista de cine, del calibre inmoral que todos conocemos, a las figuras de un gran po– lítico y de un cardenal de la Iglesia, que al poco tiempo ha– bía de ser Papa, me dejó frío ... ¿Qué podríamos esperar de ese grosero concepto de los valores, en unos estudiantes que en las aulas de la universidad de una nación católica se preparaban para regir sus destinos? Y cerré los ojos, y a mi mente vino el doloroso recuer– do de aquel dicho desafortunado de un ministro de la re-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz