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RADIOGRAFÍA DE LA FRIVOLIDAD 55 mucho mayores, almacenaré en ellos todo el grano de mi cosecha inaudita, y luego diré a mi alma: Alma, tienes aquí macenados bienes para muchos años. Descansa, come, bebe, date buena vida... " Pero una voz espantosa caída de los cielos, vino a po– ner de relieve estos cálculos groseramente materialistas: "Insensato, esta misma noche te pedirán el alma, y todo lo que has acumulado, ¿para quién será? Así será el que ate– sora para sí y no es rico ante Dios". (Lucas XII). "Insensato". Este es el calificativo dado por Dios al que, siguiendo el criterio materialista de los sentidos, se abraza con frenesí a los bienes materiales y en ellos pone toda la confianza de su corazón. Los sentidos groseros le enga– ñan miserablemente, haciéndole creer que con las riquezas tiene asegurada la felicidad de la vida. Y resulta que lo que le falla es precisamente la vida, reduciendo a la inuti– lidad todas sus riquezas, que no sabe a quién irán a parar... ¡Tremendo chasco que ha burlado ya a muchos, y pudiera burlarnos también a nosotros!. .. Y, después del chasco, la inevitable rendición de cuentas a Dios que, como juez ina– pelable, calibrará el grado de nuestra insensatez para hacer justicia... Hay un ingenioso pensamiento que anda escrito por las hojas del calendario: "No aprecies las cosas sólo por su uti– lidad práctica o el placer material que te proporcionen. ¿Hay cosa más bonita y más inútil que el arco iris?" Bonito e inútil. Pero las cosas espirituales ni siquiera se ven con los ojos de la cara. Y, a pesar de eso, son más bonitas aún, y, desde luego, incomparablemente más útiles, aunque no las aprecien los sentidos. Y, no lo olvidemos: su cotización es enorme ante Dios. Los sentidos se encandilan fácilmente con las cosas ma– teriales y nos engañan muchas veces. El aceptar su testimo– nio como norma suprema de nuestra conducta, nos preci– pita en lo más profundo de la frivolidad. Situando en lo más alto de nuestra escala de valores lo material utilita– rio, habremos caído de lleno en el más craso materialismo. VIII.-Pero hay algo que acelera prodigiosamente el proceso de la caída del hombre en esa sima profunda; y es la pasión. Esa misteriosa fuerza de gravedad que presiona al alma, lanzándola con demasiada frecuencia hacia un ob– jetivo falso, engañoso.
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