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52 P. DAVID DE LA CALZADA tocando a muerto, ha recordado a los hombres el destino fatal de nuestras vidas que, por la muerte, pasan a la eter– nidad. Otras, tocando a la oración, nos recuerda la necesi– dad de comunicarnos con el cielo, para pedir el remedio de nuestras necesidades y la ayuda de Dios contra los enemi– gos del alma. Pero el frívolo mundo moderno no ha aguantado que ese predicador de la campana haya salido del recinto de las iglesias y se haya encaramado en las torres para que su mensaje de salvación llegara también al hombre de la ca– lle. Y para liberarse de esa obsesión de lo sobrenatural, ha gritado: ¡Que se callen las campanas! ... ¡Que se callen esos audaces predicadores de las alturas! ... ¡No queremos escu- char su voz! ... ¡Que no vengan a amargarnos la existen– cia! ... ¡Que dejen de recordarnos el más allá!... ¡Que nos dejen disfrutar tranquilamente de los placeres del banque– te de la vida!... ¡Que se callen! ¡Que se callen!. .. ¡Y se han callado! La frivolidad del mundo ha impues– to silencio a esos predicadores de las alturas... La frivoli– dad ha triunfado sobre la espiritualidad ... He aquí una noticia desoladora, transmitida por las agencias en fecha reciente: "Después de cuatrocientos años, una campana deja de tocar". El hecho lamentable ocurrió en Villarrobledo (Albacete). Allí existe un convento de monjas, llamado de San Bernardo. El año 1591 se colocó en la pequeña torre una campana que, desde aquellas lejanas fechas, ha estado llamando a las buenas religiosas a la ora– ción y al culto divino, y a los fieles les advertía el comien– zo de la Santa Misa. ¡Casi cuatrocientos años sonando!. .. ¡A cuántas generaciones habló de Dios y recordó el más allá! Pero en fecha reciente las buenas monjitas han tenido que tomar la decisión, dolorosa para ellas, de no tocar más la campana, de imponerle silencio perpetuo... ¿Causa? Las reiteradas quejas de la vecindad. ¡Les molestaba su so– nido! Durante cerca de cuatro centurias, sonando la campana todos los días, y nadie se había dado por molestado... El año 1970 las quejas de los vecinos la han hecho enmude– cer! ... ¡Quizá para siempre! ... Los hombres de hoy tenemos la sensibilidad tan sobreexcitada, que hasta el toque suave y armonioso de las campanas nos crispa los nervios!. ..

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