BCCCAP00000000000000000000519

46 P. DAVID DE LA CALZADA después de los mayores trastornos; en el individuo culpa– ble reclama sus derecho:, con la voz del remordimiento; en la sociedad por medio de elocuentes protestas y de ejem– plos heróicos-,,. ("Criterio", cap. XXII). ¡Ah, si supiéramos nosotros utilizar esas maravillosas lu– ces de la razón para orientarnos en nuestro camino de la vida! ¡Cuán otra sería la historia de la humanidad, y cuán– to menos hubieran tenido eme sufrir los hombres! Hasta los paganos con i'iitención recta y buena voluntad supieron leer en el fondo de su conciencia ese código mis– terioso de la Ley Natural, que el dedo divino grabó en ella. Y ateniéndose muchos a los preceptos de esa Ley, llevaron una vida honesta y digna en cuanto cabe. Infinidad de ejem– plos pudiéramos aducir del tiempo del paganismo. Y aún la luz del Evangelio no había brillado sobre el mundo... Estos mismos saludables efedos pudiera producir aho– ra el simple ejercicio de la reflexión consciente en muchos cristianos que tienen la fe y el Evangelio al margen de su vida La fe es el sol esplendoroso que ilumina nuestros caminos del mundo para que no tropecemos ni caigamos. La razón es la humilde linterna o farolito que todavía pue– de iluminar débilmente nuestros pasos cuando el sol de la fe ha traspuesto nuestro horizonte y la noche se ha abati– do sobre nosotros. Tambi6n ella viene de Dios, y nos hará espléndidos servicios si reclamamos sus orientaciones ... Pero la pereza intelectual se ha adueñado de los huma– nos. La pasión ha puesto trabas a la razón, temerosa quizá de que se alzara con el mando y se sentara al volante de la vida para rer;ir nuestros destinos con inflexible ri– gidez. La pasión ha impuesto silencio a la razón. Le ha ne– gado voz y voto en este plesbicito de la vida. Y la razón se ha adormecido en los brazos de la voluptuosidad. Los hom– bres ya no piensan, no reflexionan, no meditan; y en conse– cuencia, apagadas las lu;::es de la fe y la de la raz5n, mar– chan por el mundo entre tinieblas ... El genial autor inglés Bernard Shaw escribió: "Hay po– cas personas que piensen más de dos o tres veces al año. Yo he ganado fama internacional por pensar una o dos ve– ces a la semana". El autor inglés se refería más a la pereza clásica del hombre en lo que tiene relación con la producción cientí– fica y literaria. Nosotros lo aplicamos con toda legitimidad

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz