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EPÍLOGO 315 alegría de la recuperació::i del hijo, enjugará sus lágrimas y di– rá a sus criados los ángeles del cielo: "Pronto, traed la túnica más rica, y vestídsela, poned un anillo en su mano y unas sandalias en sus pies, y traed un be– cerro bien cebado, y comamos y alegrémonos, porque este mi hijo que había muerto ha vuelto a la vida, se había perdido y ha sido hallado". (Lucas XV, 22-25). Y el pobre autor de este libro, se asociará también al gozo de toda la familia, y reirá, reirá, reirá... Y si el pródigo arrepentido me pregunta con sorpresa: "¿Por qué ríes con tantas ganas, Padre?", -yo le contestaré con in– menso gozo: Hijo mío; yo río, porque tú lloras ... En tus lágrimas reverberan luces de salvación ... Eres un cautivo que ha roto las cadenas de su esclavitud... ¡REQUIEM por la frivolidad! 1! ...

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